Cuenta Lola Pons en el documental Elio que la obra de Elio Antonio de Nebrija, el lebrijano que escribió la primera gramática española, fue tremendamente educativa y profundamente moderna, aconsejando, allá por el siglo XVI, no pegar a los niños y dejarlos libres en su espacio de juego. También de libertad habló el cineasta David Trueba cuando aconsejó «dejar volar a las novelas» antes de adaptarlas a sus versiones cinematográficas; y Antonio Muñoz Molina declaró que le gusta escribir en papel porque siente que las palabras así pueden volar.
El oficio de escribir, con Antonio Muñoz Molina
«La literatura tiene que entretener, tiene que apoderarse de ti, hechizarte, sentir el instinto primitivo de saber qué pasa a continuación». Con esta idea comenzó Antonio Muñoz Molina su intervención en Hispalit, inaugurando así esta serie de encuentros que vinculan la literatura con temas diversos como el cine, el periodismo, la ilustración, la política o el feminismo.
«La literatura tiene que entretener, tiene que apoderarse de ti, hechizarte, sentir el instinto primitivo de saber qué pasa a continuación»
Cine y literatura con David Trueba
Hispalit acogió en su primera jornada al cineasta David Trueba, un creador que huye de las etiquetas y que se mueve entre el mundo del cine y la literatura. El cineasta incidió en la importancia de ver el potencial de las historias sea cual sea su origen, tanto si proceden de una obra literaria como de una vivencia personal, pues todas las películas son adaptaciones de historias.
«Da igual que adaptemos el recuerdo de nuestro primer amor o la muerte de nuestro padre, hay que adaptar e imaginar cómo se resuelve esto en el mundo cinematográfico», declaró.
Una mirada al tiempo y a la vida
El nuevo poemario de Ana Isabel Alvea Sánchez, publicado por Maclein y Parker, mira «al tiempo y a la vida», en palabras de Rocío Fernández Berrocal. «Un libro lleno de anhelos y sentipensamiento, donde la luz late debajo de todo», proseguía Fernández. La obra de Ana Isabel nunca está ajena a los problemas políticos, sociales o históricos del momento. Son poemas escritos desde el alma. La poeta se dirigió al público asistente afirmando que «sin vosotros sería muy triste la escritura».
«Fue todo un reto escribir este libro unitario, que tiene influencia del existencialismo y de la libertad y sus circunstancias»
Las ventanas del tiempo, título del libro, procede, según explicó Alvea, «de la idea de cómo el tiempo nos amplía la mirada y nos ayuda a comprender». A lo largo de sus poemas se trata la pandemia de forma soslayada. En ellos se encuentran cuatro personajes en una visión coral de la vida que aportan cuatro ventanas del alma. «Fue todo un reto escribir este libro unitario, que tiene influencia del existencialismo y de la libertad y sus circunstancias», explicó Ana. En él se abordan temas universales como el amor, el desamor, la nostalgia, la soledad o la familia. Escrito con verso blanco.
Escribir desde la herida una Sevilla distópica
Ante una carpa abarrotada, José Antonio Merat (1998) presentó su primera novela La Covacha acompañado de Fernando Iwasaki y Ángel Fernández de Jot Down, que publica este libro. «Es un placer y una satisfacción ver a José compartir su primer trabajo de creación literaria, a pesar de no ser un momento muy halagüeño para publicar», comenzaba Iwasaki, quien advirtió que «escritores con esa precocidad han dejado una huella en la literatura». Sobre la falta de compromiso en la juventud y el desinterés de esta por los libros, incidió que «José y este libro encarnan la refutación de todo esto».
«Novelar la pérdida, algo que estalla, y los recuerdos son como las esquirlas de esa detonación»
La Covacha nace de la herida de perder a un padre. «Novelar la pérdida, algo que estalla, y los recuerdos son como las esquirlas de esa detonación», apreció Iwasaki, que comparó al libro como «el cráter», dentro de una «Sevilla extraña, casi distópica». Merat agradeció en primera instancia el cariño del público y explicó que «quería ver la muerte de otra forma, como una puerta a las personas que quedan aquí». Todo sale a raíz de un manual de liderazgo de una asignatura de la Universidad, que finalmente se materializó en un libro. «Fue escrito por accidente», comentó Merat, que dijo tratar la muerte como un «ya nos veremos» por su condición de creyente.
Este joven autor busca respuestas a sus dudas literarias y a veces existenciales en el realismo mágico de Gabriel García Márquez. Y reconoció sentir «mucha envidia» cuando lee a Sara Mesa o a Juan Bonilla.